Introducción
Cuando se habla del uso de fitosanitarios, es muy común citar las palabras pulverización y aplicación, que la mayoría de las veces son utilizadas como sinónimos aunque, a decir verdad, son completamente diferentes.
La pulverización es un proceso mecánico de generación de gran número de pequeñas partículas (gotas) de un caldo (mezcla, suspensión o dilución) de una formulación comercial de producto químico en un líquido, generalmente agua, colocada en el tanque de la máquina pulverizadora.
La aplicación es un proceso por el cual se coloca el producto químico en el objetivo y cuanta mayor cantidad de producto sea depositada en la superficie a tratar, mayor será su acción.
Los productos químicos son sustancias que deben ser manejadas responsablemente para asegurar la salud del trabajador, la salud del consumidor y el equilibrio del medio ambiente.
En el trabajo a campo durante una pulverización es muy común encontrarse con la siguiente situación no deseada: importantes sobrantes de caldo al finalizar la aplicación. Sobrantes que pueden ser de variar desde 150 hasta 300 lts., los cuales se desechan generando grandes pérdidas para el productor.
La idea de este trabajo es analizar a qué se debe esta situación y cuantificar la pérdida económica tanto como la deficiencia en la calidad de la aplicación que trae aparejado este inconveniente tan común.
Los equipos pulverizadores que existen actualmente en el mercado, con todas las innovaciones que incorporan en agricultura de precisión, permiten ser muy minuciosos y no poseen margen de error. Sin embargo, esta situación ocurre y muy a menudo como dijimos anteriormente.
Sobrantes de Caldo, ¿a qué se debe?
Existen tres factores fundamentales que derivan en este problema.
1. El aplicador estima la carga del equipo partiendo de un dato erróneo en cuanto a la cantidad de ha. a aplicar.
2. El caudalímetro de la máquina no se encuentra perfectamente calibrado y el equipo aplica una menor cantidad de litros/ha. que los programados.
3. El equipo no cuenta con un sistema de corte automático de secciones,es por ello que el operario estima que necesitará preparar un volumen de caldo mayor para cubrir la pérdida ocasionada por las superposiciones. Generalmente, cuando el aplicador no cuenta con esta herramienta tecnológica estima cargar el equipo con un 10% a 15% más de agua para cubrirse de este efecto (superposición). Esto se ve agravado aún más ya que muchas veces también estima cargar un poco más de agua por temor a no poder cubrir todo el lote, sea por falta de caldo en el tanque o por no contar con un stock de principios activos para realizar una eventual segunda carga.
Aplicación deficiente y pérdidas económicas
Las pérdidas económicas, por su parte, aparecen cuando parte de la aplicación no alcanza el objetivo y esto sin duda se traduce rápidamente en una desventaja monetaria al mismo tiempo que deriva en un menor control. Podría decirse que el efecto es similar al que ocurre cuando hablamos de deriva.
Un sobrante de caldo al finalizar la aplicación, implica en primer lugar que la aplicación se desarrolló con una dosis de principio activo x ha. menor a la indicada por el asesor agronómico, lo que conlleva una pérdida de control y una disminución en la eficiencia de la aplicación.
En el siguiente cuadro se puede evaluar con mayor precisión a cuánto asciende dicha falta de eficiencia:
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